Marzo del 2020 será un mes que quedará grabado en la historia de la humanidad. El coronavirus en primera plana ha generado numerosas medidas gubernamentales enfocadas a contener el avance del virus y evitar el colapso de los sistemas sanitarios.
Del otro lado, los efectos devastadores que el coronavirus ha tenido sobre la economía global también han marcado números históricos. Tanto mercados tradicionales como emergentes, ninguno se ha salvado del “virus chino”. Ni siquiera bitcoin.
Hasta este momento, una sentencia común en el ecosistema cripto era “bitcoin es un refugio seguro ante cualquier catástrofe”, ya fuese de índole regional o global. Pero el coronavirus logró desnudar una mentira que hasta hace poco venía siendo muy bien ocultada:
“Bitcoin es buena opción como reserva de valor”.
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Bitcoin cayó en el caos junto a los mercados tradicionales
Los precios de la principal criptomoneda -así como de este mercado en general- vienen cayendo desde el 12 de febrero (10.500 USD), cuando se inició una tendencia bajista en marcos de tiempo diario, la cual se acentuó a inicios de marzo con la caída abrupta del precio hasta los 3.850 USD registrados el día 12 del mismo mes.
En general, bitcoin perdió casi dos tercios de su valor en tan solo un mes.
Sin duda variaciones que espantan a cualquier inversor y que, además, suelen ocurrir con mucha frecuencia en este mercado.
Ahora, antes de llegar a conclusiones apresuradas, evaluemos algunas de las principales causas de este y otros movimientos repentinos y bajistas del valor de la criptomoneda.
Bitcoin ¿refugio de valor o instrumento de especulación?
Una de las principales confusiones que existen dentro de la comunidad de usuarios y entusiastas de las criptomonedas, es pensar que la gran mayoría usa bitcoin como refugio de valor -ya sea a mediano o a largo plazo-, cuando claramente no es así.
El mayor uso que tiene bitcoin hoy día, así como las criptomonedas en general, es el especulativo. Es por ello que los grandes volúmenes que se mueven en este mercado se realizan a través de las plataformas de trading y brókeres de mercados tradicionales que emplean criptomonedas.
La inmensa mayoría de los usuarios de bitcoin confía y espera un rendimiento alcista de la criptomoneda en el largo plazo, mas no una estabilización de su precio en el mercado. Precisamente porque busca rendimientos superiores a muchas otras alternativas de inversión, antes que simplemente resguardar su capital frente a cualquier catástrofe financiera.
Así como grandes escaladas, bitcoin ha tenido numerosas caídas en su precio a lo largo de su historia. Pruebas sólidas de que la volatilidad sigue siendo una de las principales características de este mercado, y por ende la característica más tajante que cataloga a este activo como una pésima opción para ser usado como reserva de valor.
¿Sino es bitcoin… quién…? ¿El dólar, el oro?
Un sesgo cognitivo muy presente en los bitcoiners, es el Efecto de Contraste. El cual nos hace pensar que, al comparar un elemento con otro, las características del primer elemento aumentan o disminuyen según sea el caso.
El ejemplo clásico es comparar a bitcoin con el dólar, el índice bursátil S&P 500 o el oro.
Por supuesto, dicha comparación se hace buscando disminuir características en la criptomoneda que suelen ser vistas como negativas (volatilidad, privacidad, autorregulación, etc.). Al mismo tiempo, este sesgo también sirve para resaltar aspectos positivos de bitcoin ante sus “contrarios”; como el rendimiento económico, portabilidad, transparencia y otros.
No obstante, la realidad es cruda: bitcoin es muchísimo más volátil que el dólar, que el S&P 500 y que el oro.
Y más claro aún: bitcoin no cuenta con la confianza suficiente de la población global como para ser usada como moneda de pago común. Es decir, sus usuarios no confían que su valor pueda mantenerse estable en el tiempo. Una desventaja que se quiere cubrir con las stablecoins.
Los bitcoiners podemos debatir esto con argumentos mediáticos, políticos, regulatorios y de otra naturaleza. No obstante, tenemos un muy largo camino adelante antes de poder cambiar la abrumadora realidad.
El coronavirus arrastró a todos los mercados
Es cierto, toda la economía global se encuentra en recesión y hasta ahora no ha habido mercado alguno que no haya podido defenderse ante el parón que generó el coronavirus en todo el planeta.
Muchos esperaban que bitcoin fuese “inmune” a esta crisis global, y que la reacción del precio fuese tímida -o incluso alcista- como ha sucedido en anteriores oportunidades. Pero la realidad nos reflejó un fenómeno cada vez más visible en el mercado cripto: el volumen del capital institucional que se invierte en este espacio es cada vez mayor, y tiene más influencia en el precio.
Y si bien en el ecosistema de las criptomonedas el esquema de estafas de PlusToken provocó movimientos que también influyeron en el mercado, al ampliar el foco es evidente que ya no hablamos de un mercado cerrado, hermético y sin conexiones fuertes con la economía global.
Si, el precio del oro también cayó, lo ha hecho antes y lo seguirá haciendo, así como también las bolsas en todo el mundo. Pero a diferencia del mercado de bitcoin y las criptomonedas, estos son mercados realmente grandes y, sobre todo, muy líquidos. Con lo cual las variaciones porcentuales de precio son menores ante este tipo de sucesos globales.
La liquidez del mercado del oro se genera a través de cadenas de confianza, tanto en personas como en instituciones. Permitiendo que, en tiempos de crisis, evidenciemos uno de los comportamientos más naturales de la economía: las personas priorizan la disponibilidad del dinero en efectivo antes que la inversión a futuro.
Por ende, el capital fluye desde los activos volátiles y menos líquidos, a los más seguros y líquidos.
Not a “safe heaven”
Con este artículo, no busco minar la confianza en bitcoin y las criptomonedas, sino desmitificar ciertas suposiciones que todavía muchas personas consideran ciertas en la comunidad y, peor aún, se venden a los nuevos usuarios para atraerlos el ecosistema.
Bitcoin y las criptomonedas no son una reserva de valor. No todavía.
Tener esto claro no solo nos permitirá una mejor comprensión de las características de este activo digital, sino también generar un discurso mucho más sano, equilibrado y confiable de cara a la adopción de las criptomonedas como instrumento financiero.
Exigir paciencia a un nuevo inversor en cripto tras caídas abruptas del precio, es inútil. Pues siempre considerarán que el dinero fiduciario y/u otros activos son más estables. Y tienen razón.
Es por ello que, si mantenemos esta errónea concepción y apodando a bitcoin de “safe heaven”, no solo espantaremos a nuevos usuarios, sino que también se limitará el crecimiento de la moneda y su mercado de cara al futuro.
El largo camino de bitcoin hacia la reserva de valor
Murad Mahmudov, antiguo analista de Goldman Sachs, es un promotor de Bitcoin y editor en Adaptative Capital. Dicho entusiasta presentó en el 2018 un interesante gráfico basado en el Efecto Lindy, proyectando en el tiempo distintas “etapas e hitos” que un instrumento financiero debe cumplir para ser considerado de forma unánime, y por ende convertirse, en dinero global confiable.
Como puede observarse, Mahmudov considera que bitcoin sigue estando bastante lejos de ser “dinero real”, aunque tiene un camino menor para alcanzar la categoría de “reserva de valor”.
Dicho camino, pasa por completar hitos ya conocidos y aceptados en la comunidad de usuarios de las criptomonedas. Como por ejemplo lograr mayor educación y comprensión del activo y su tecnología; descentralizar mucho más la red; enriquecer el ecosistema con más instituciones, regulaciones y financiamiento; y así ganar suficiente liquidez y confianza a nivel global.
Sin duda, un conjunto de objetivos en los cuales los distintos participantes del ecosistema ya están trabajando para alcanzarlos con la mayor solidez y en el menor tiempo posible. De acá inferimos que, mientras no se alcancen dichos hitos, bitcoin tiene un largo camino por delante antes de llegar a ser considerado una reserva de valor confiable.
Bitcoin y las criptomonedas son volátiles, como muchos otros instrumentos financieros. Y esta característica no debe ser ignorada. No al menos hasta que se garantice una mayor usabilidad y confianza para que sea considerada una reserva de valor real.
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