La tokenización de contenido es una de las tendencias emergentes más comentadas del ecosistema blockchain, y esta semana tuvo un ejemplo tan inesperado como polémico. La red Base —la solución de capa 2 desarrollada por Coinbase— publicó un mensaje en su cuenta oficial de X que decía “Base is for everyone”. Lo que parecía una simple declaración institucional terminó convirtiéndose en un token ERC-20 real y comerciable, con una montaña rusa de valor y miles de usuarios atrapados en la confusión.
El mensaje fue vinculado a la plataforma Zora, que permite “acuñar” (mint) contenido como tokens. El resultado fue la creación automática de un token que alcanzó más de 17 millones de dólares en capitalización en pocas horas… para luego desplomarse un 94%, y finalmente rebotar a 23 millones en un ciclo de especulación frenética.
¿Qué fue lo que pasó?
El experimento fue presentado por el equipo de Base como parte de una iniciativa para explorar nuevas formas de tokenizar mensajes, imágenes y contenidos sociales. Pero la ejecución fue, como mínimo, confusa: aunque Zora incluía una advertencia de que el token “Base is for everyone” no era oficial, muchos usuarios interpretaron lo contrario al ver que la publicación provenía del canal oficial de Base.
Para complicar aún más el panorama, se supo que Base recibió 10 millones de tokens como “creador” del contenido tokenizado, aunque luego aclararon que no tienen planes de venderlos.
La situación escaló cuando analistas on-chain detectaron una concentración significativa de tokens en pocas manos. Hantao Yuan reportó que solo tres direcciones controlaban el 47% del suministro, y una de ellas, más del 25%. Además, bots de alta frecuencia amplificaron el volumen y aceleraron tanto la subida como la caída del precio.
Más de 2.500 wallets fueron afectadas por la volatilidad, y numerosos usuarios afirmaron sentirse engañados o desinformados.
Reacciones del ecosistema
La comunidad cripto reaccionó con una mezcla de sorpresa, sarcasmo y preocupación. Algunos proyectos basados en Solana lanzaron burlas en redes sociales, mientras que otros líderes del sector cuestionaron la falta de claridad en la iniciativa.
Alon, cofundador de Pump.fun, fue tajante:
“Esto puede ser normal dentro de unos años, pero hoy simplemente está fuera de lugar. No se puede jugar con la influencia social sin asumir responsabilidad”.
A pesar de las críticas, el creador de Base, Jesse Pollak, defendió el experimento como un avance en la forma de hacer marketing y construir comunidad en Web3. “Queremos normalizar la tokenización de contenido on-chain”, afirmó en una serie de publicaciones. “Esto puede abrir nuevas formas de viralidad, monetización y participación”.
Pollak animó a otros proyectos en el ecosistema de Base a usar Zora para tokenizar anuncios, carteles y videos, sugiriendo que este enfoque representa un nuevo modelo de interacción entre marcas y usuarios.
¿Es viable tokenizar cualquier cosa?
La tokenización de contenido promete cambiar la forma en que entendemos la propiedad digital. Bajo esta lógica, cualquier cosa —un tuit, una imagen, una canción, un meme— puede transformarse en un token que tenga valor en un mercado.
Sin embargo, este incidente demuestra que aún queda mucho por definir:
¿Debe haber límites para lo que se tokeniza?
¿Cómo se comunica la intención detrás de un experimento?
¿Qué grado de responsabilidad tiene una marca cuando emite señales ambiguas en un entorno especulativo?
El mercado respondió con entusiasmo… y luego con pánico. Y aunque la capitalización del token volvió a subir a $23 millones, la credibilidad de Base y su relación con la comunidad quedó tocada.
La experiencia vivida con Base y Zora muestra que la tokenización de contenido es tan poderosa como peligrosa. Tiene el potencial de transformar por completo cómo interactuamos con la información en Internet, pero también requiere reglas claras, comunicación responsable y un ecosistema maduro.
Lo que ocurrió no fue solo una volatilidad de precio, sino una advertencia temprana: en el mundo Web3, cada palabra puede tener valor… o desencadenar una tormenta.