La salida de capital en criptomonedas continúa marcando la pauta en un mercado que enfrenta turbulencias externas e internas. Según el informe semanal publicado por CoinShares, los productos de inversión en criptoactivos registraron $795 millones en salidas netas durante los últimos siete días. Esta cifra no solo es significativa por sí misma, sino que representa la tercera semana consecutiva de retrocesos, consolidando una tendencia de desinversión que preocupa a los analistas.
Desde principios de febrero, el total acumulado de salidas asciende a $7.200 millones, una cifra que casi borra por completo las ganancias obtenidas en el inicio de 2025. Como resultado, los ingresos netos del año se reducen a tan solo $165 millones, poniendo en entredicho la recuperación que muchos esperaban tras el repunte de finales de 2024.
Tarifas, tensiones y cautela global
James Butterfill, director de investigación en CoinShares, identificó uno de los factores clave detrás de este comportamiento: el resurgimiento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. En la última semana, ambas potencias reactivaron su disputa arancelaria, imponiendo tarifas del 25% sobre importaciones recíprocas. Aunque la administración Trump suspendió temporalmente nuevas sanciones por 90 días, el daño a la confianza de los inversores ya estaba hecho.
Este contexto de incertidumbre macroeconómica, sumado a la expectativa de una política monetaria más restrictiva en Estados Unidos, contribuyó a una retirada generalizada del capital de los activos de riesgo, incluidas las criptomonedas.
Bitcoin, el más afectado
Como suele ocurrir en estos casos, Bitcoin lideró las salidas, con un total de $751 millones retirados de productos vinculados al principal criptoactivo del mercado. Este retroceso se dio incluso en instrumentos de alto perfil, como los ETFs de BlackRock, Grayscale y Fidelity, que venían acumulando ingresos positivos hasta ahora.
Curiosamente, los productos diseñados para apostar a la caída de Bitcoin —los llamados “short” Bitcoin— también registraron salidas por $4,6 millones, lo que sugiere que los inversores no están simplemente cambiando de estrategia, sino retirándose por completo del mercado en algunos casos.
Ethereum y altcoins también sufren
El segundo activo más golpeado fue Ethereum, que vio retiradas por $37,6 millones. Aunque no tan abultada como la cifra de Bitcoin, la salida refuerza la idea de un movimiento generalizado de aversión al riesgo.
Otras criptomonedas importantes como Solana (-$5,1 millones), Aave (-$780.000) y Sui (-$580.000) también sufrieron salidas, reflejando un panorama de enfriamiento que no distingue demasiado entre tokens grandes o medianos.
XRP resiste y sorprende
En medio del tono negativo, XRP fue la gran excepción. El token de Ripple registró entradas por $3,5 millones, sumando un total de $176 millones en lo que va de 2025, lo que lo posiciona como uno de los activos más resilientes del año.
Esta tendencia podría estar ligada al optimismo regulatorio en torno a XRP, especialmente después de su victoria parcial ante la SEC en 2023, y a los rumores sobre la posible aprobación de un ETF spot basado en este activo.
Otros tokens como Ondo, Algorand y Avalanche también registraron entradas, aunque modestas (en torno a los $250.000 cada uno), lo que demuestra que aún hay interés selectivo por parte de ciertos inversores.
Fondos bajo gestión: leve rebote
A pesar de las fuertes salidas, CoinShares señala que los activos bajo gestión (AuM) en productos cripto rebotaron un 8% desde el mínimo del 8 de abril, alcanzando los $130.000 millones. Esto indica que, aunque los inversores están retirando fondos, los precios de los criptoactivos han experimentado cierto alivio gracias a una recuperación parcial del mercado.
La salida de capital en criptomonedas es una señal clara del momento delicado que atraviesa el mercado. Las tensiones entre potencias, los temores macroeconómicos y las incertidumbres regulatorias han llevado a una postura más defensiva por parte de los inversores.
Sin embargo, las excepciones como XRP muestran que el interés no ha desaparecido por completo, y que los inversores están reevaluando su exposición en función del contexto político y financiero global. El desafío ahora será recuperar la confianza, estabilizar las condiciones y volver a ofrecer señales claras de crecimiento y consolidación en un mercado cada vez más sensible a los vaivenes externos.