Los contratos son aquellos actos jurídicos que nacen por acuerdos de voluntades entre dos o más partes, donde se comprometen recíprocamente a respetar y cumplir una serie de condiciones. (está regulada en el Artículo 957 del Código Civil y Comercial). Hay distintos tipos de contratos, algunos que cumplimos día a día de manera natural. como por ejemplo: tomar un colectivo, comprar algún artículo que nos guste en un kiosco; como también hay otros un poco más complejos, como por ejemplo: realizar una donación de un inmueble.
Los elementos esenciales de un contrato son: el objeto (materia sobre la que va a versar el contrato), la causa (el por qué y el para qué se lleva a cabo) y la forma (si puede oral u escrito, escrito por cualquier instrumento o necesariamente por escritura pública, si tienen que intervenir testigos, etc).-
Cada uno de los contratos que llevamos a cabo, tienen menor o mayor complejidad en cuanto a la formalidad que determina la ley para celebrarse. La regla general se ampara en los principios de la autonomía de la voluntad, y de buena fé, pero en algunos casos deben cumplirse las solemnidades, que caso contrario podrían acarrear la nulidad del mismo.
Ahora bien, dentro de los distintos tipos de contratos que conocemos, han surgido los llamados “contratos inteligentes”, cuyo uso ha aumentado en la actualidad exponencialmente. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación, plataformas electrónicas, cadena de bloques, tráfico masivo comercial, entre otras, generan mayor seguridad, integridad, trazabilidad como así también mayor eficacia a los contratos, lo que genera cierta garantía en el resultado buscado.
Los Smart Contracts son aquellos contratos que por un acuerdo de voluntades nacen, y deciden plasmar las cláusulas establecidas en él, en códigos informáticos, dentro de una plataforma u ordenador. Su ejecución no requiere de esfuerzo por las partes, sino que es “autosuficiente”, es decir, la ejecución va más allá de la voluntad que a posterior tengan los contratantes, y se va a cumplir. En definitiva, estos contratos, tienen por objeto estructurar o exteriorizar de otra manera los contratos que celebremos.
Ahora bien, ¿cómo funcionan estos contratos inteligentes? Dos personas acuerdan celebrar un contrato, y pactan las cláusulas para llevarlo adelante. Dichas cláusulas se convierten en códigos informáticos o datos (también llamados oráculos), que se introducen a la plataforma u ordenador donde se va a celebrar, y darán distintas instrucciones a cumplirse en cada estadio de su ejecución final. Esto hace que las partes una vez que hayan brindado el consentimiento, son ajenos al cumplimiento y ejecución del mismo, por que se hará de manera automática por el mismo ordenador. Los parámetros que se establezcan, serán la orden para que el mismo contrato lo lleve adelante. Su finalidad es generar agilidad, confianza y eficacia.
Este tipo de contratos tienen las siguientes ventajas: aseguran la ejecución de lo pactado, sin tener que intervenir terceras personas, o acudir en caso de incumplimiento al poder judicial que posiblemente se dilate en el tiempo. También es importante, que la celebración del contrato cuando es dentro de una blockchain, dificulta que el contrato sea hackeado, ya que sería complicado poder alterar o cambiar los datos cuando es encriptado en los distintos bloques. Por último, da la oportunidad de que sean celebrados por personas que se encuentren en dos puntos distintos del mundo.
Posibles desventajas: es importante, que de alguna manera, puedan verificarse cuestiones esenciales que el derecho nos brinda respecto de los contratos, como es: la capacidad de contratar, que no haya vicios en el consentimiento, que el objeto sea posible, lícito y determinado, entre otros. Por otro lado, cuanto más específico sea su articulado, más inteligente será. Esto quiere decir que, cuando uno celebra el contrato tiene que tener presente y adelantarse en cuestiones futuras, y poder regular cualquier tipo de inconveniente que pueda darse en ese contrato y en cuanto a su resultado. Por ejemplo, si está sujeto el cumplimiento a una condición suspensiva y no se da, que se bloquee el contrato. Es claro que cuantas mayores variables tenga, mejor será el resultado y satisfacción. Una vez firmado el contrato, no hay vuelta atrás.
La red estrella en los Smart Contracts, se podría decir que es Ethereum. La blockchain de Ethereum es la red pública más usada para el desarrollo y ejecución de Smart Contracts. Esta cadena de bloques, permite incluir contratos personalizados previamente diseñados. El lenguaje informático que utiliza esta red se llama “Solidity”. Y el coste económico por utilizar esta red se llama “gas”, esto implica que cuanto más largo y extenso sea el contrato, mayor será el coste que genere.
Podemos concluir entonces que los Smart Contracts, vienen a ofrecer mayor seguridad y facilidad al tráfico comercial. Es esencial informarse previo a prestar el consentimiento. La ejecución del contrato se producirá sin intervención de nadie, más que de la propia tecnología. Es importante, que la plataforma donde se contrate, prevea la protección de datos personales. La aplicación del derecho sigue siendo necesaria, ya que ante la afectación de un derecho, se puede recurrir a las reglas que ofrece el derecho jurídico.
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