Imagínese que, por el día de su cumpleaños, su abuela le regala 1.000 euros para que se compre lo que quiera. Y que usted, en lugar de un televisor, las zapatillas de moda o el último modelo telefónico de su marca favorita, dedice adquirir bitcoins —la criptomoneda que está de moda en Internet— comienza a hacer negocios con ella y se convierte en millonario.
Pues eso fue lo que le sucedió al joven Erik Finman, un adolescente estadounidense nacido en un pequeño pueblo del estado de Idaho al que como reporta el medio argentino «Clarín», su abuela le regaló 1.000 dólares por su decimoquinto cumpleaños, cantidad que hoy solo representa unos 0,41 bitcoins al cambio pero que en 2012, aquel día, era mucho más.
El chico decidió invertir en la moneda cibernética y empezar a amasar su fortuna en ella. Mal estudiante de manera patológica, sus padres no le permitían dejar los estudios, pero él, que estaba seguro de que triunfaría con los bitcoins, se apostó con sus progenitores que, si a los dieciocho años era millonario, no le obligarían a pisar la Universidad.
Con ello, se puso manos a la obra y vendió su primera unidad de la criptomoneda a finales de 2013, hasta que con el tiempo consiguió reunir más de 400 bitcoins… una cantidad que hoy equivale a la friolera de 1.100.000 dólares.
Pero ahí no queda la cosa. Como explica el citado periódico argentino, Finman se mudó a la selecta zona de Silicon Valley, al norte de California, comenzó a viajar por el mundo y decidió fundar en 2014 una «startup», Botangle, plataforma que enlaza a profesores con alumnos frustrados, como era él, y que permite impartir clases particulares sobre cualquier temática a través de internet, cobrando por horas.
Un proyecto que puso en marcha con veinte trabajadores, entre programadores, animadores y trabajadores, a los que pagaba en bitcoins. Por él se interesó activamente un «importante» inversor, que le ofreció 100.000 dólares o 300 unidades de la criptomoneda por su empresa. Finman no lo dudó: se quedó con los bitcoins (al cambio, más de 800.000 dólares), pues la considera como «la moneda del futuro». «Mis padres me preguntaron que por qué no cogí el dinero en efectivo. La respuesta es sencilla, para mí supuso una inversión», explicó el joven en aquel momento. Hay que recordar que los responsables del virus «WannaCry», que puso en alerta al planeta entero el pasado 12 de mayo, exigieron el rescate en bitcoins.
Ahora, el chico ya ha cumplido la mayoría de edad y le ha ganado con creces la apuesta a sus padres. Es millonario y no pisará la Universidad, ni tiene ningún tipo de interés en ello. «La Universidad no funciona para nadie. Yo recomendaría Internet, donde es todo gratis. Puedes aprender un millón de veces más de YouTube o Wikipedia», declaró al respecto. Algo de lo más irónico para alguien que, se ha hecho de oro gracias a una empresa basada en la educación.
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