El debilitamiento del dólar y la incertidumbre monetaria fortalecen el papel de Bitcoin como refugio digital, junto al oro.
Durante la apertura del mercado asiático este lunes, el par Bitcoin y dólar ofreció una señal clara de que los inversores están reconfigurando sus preferencias en un contexto de incertidumbre monetaria. El precio de Bitcoin superó los 87.000 dólares, consolidando un breakout técnico que se gestó tras días de consolidación, justo cuando el índice del dólar (DXY) cayó a su punto más bajo desde 2021.
Esta subida ocurrió en paralelo con un rally récord en el oro, que alcanzó los 3.391,62 dólares por onza, en un movimiento que los analistas interpretan como un reflejo de fuga hacia activos refugio frente al debilitamiento de la moneda estadounidense y las tensiones políticas alrededor de la Reserva Federal.
Un movimiento técnico con implicaciones macroeconómicas
Bitcoin rompió un patrón de cuña descendente, según gráficos de TradingView, escalando desde los 84.450 USD hasta casi 87.650 USD en menos de tres horas. Este movimiento se produjo en condiciones de baja liquidez, típicas del horario asiático posterior al cierre prolongado por Semana Santa.
La ruptura técnica coincidió con la debilidad del dólar, que cayó tras declaraciones de Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, quien afirmó que el equipo de Trump continúa evaluando opciones respecto a la permanencia del presidente de la Fed, Jerome Powell.
Este clima de tensión elevó la percepción de riesgo en torno a la estabilidad monetaria estadounidense, provocando ventas masivas de dólares y una rotación hacia activos no correlacionados con la política monetaria tradicional.
Bitcoin y oro: ¿una nueva alianza?
El movimiento simultáneo de Bitcoin y oro fue interpretado por muchos como un posible cambio de régimen narrativo. Históricamente, ambos activos han mostrado correlación débil —normalmente inferior a 0.3—, mientras que Bitcoin ha mantenido una mayor relación con acciones tecnológicas, llegando a una correlación de hasta 0.7.
Sin embargo, analistas como los de The Kobeissi Letter sugieren que esto está cambiando:
“Oro y Bitcoin nos están diciendo que se avecinan un dólar más débil y más incertidumbre”.
Por su parte, ZeroHedge lo enmarca como una transición en la que Bitcoin comienza a tratarse como un hedge monetario, más cercano a los commodities que a las acciones del Nasdaq.
Divergencia con activos tradicionales
Mientras Bitcoin y el oro subían, los mercados tradicionales reaccionaron de forma opuesta. Los futuros del S&P 500 cayeron un 1,54%, borrando las ganancias de la semana anterior, mientras que el petróleo WTI bajó más del 3%.
También cayeron los bonos estadounidenses y chinos, lo que sugiere un aumento de los rendimientos de largo plazo. Esta combinación de caída de renta variable, debilidad del dólar y repunte en activos no tradicionales refuerza la percepción de Bitcoin como activo antifrágil en entornos de inestabilidad monetaria.
¿Una nueva clasificación para Bitcoin?
Los analistas también señalan que este comportamiento podría tener implicaciones estructurales para la asignación de portafolio institucional. Si Bitcoin sigue desacoplándose de las acciones y los bonos, y se alinea más con activos como el oro, los inversores podrían reconsiderar su rol como parte de estrategias de cobertura frente a políticas monetarias impredecibles.
Además, los datos muestran que la correlación entre Bitcoin y el índice del dólar (DXY) ha venido disminuyendo de forma sostenida, abriendo la puerta a un nuevo paradigma de comportamiento de precios.
Nivel clave a vigilar: 88.400 USD
De momento, Bitcoin se encuentra testeando una zona de resistencia importante alrededor de los 88.400 USD. Si logra mantenerse por encima de ese nivel, podría atraer flujos sistemáticos y compras algorítmicas, dando continuidad al rally.
En cambio, si no sostiene el breakout, existe el riesgo de una reversión hacia los niveles medios del canal reciente, lo que podría reintroducir presión vendedora a corto plazo.
La evolución del binomio Bitcoin y dólar en el actual escenario post-feriado confirma que el activo digital está cada vez más ligado a las dinámicas macroeconómicas globales. Su comportamiento como refugio frente a la debilidad de la divisa estadounidense, combinado con su creciente independencia de las acciones tecnológicas, sugiere que Bitcoin está madurando como clase de activo y buscando un nuevo lugar en las estrategias de inversión institucional.
La narrativa del “oro digital” gana fuerza no solo en el discurso, sino en los gráficos.