Bitcoin se tambalea. La criptomoneda más emblemática del mercado ha protagonizado su peor jornada del año, al desplomarse hasta los 74.000 dólares antes de recuperar levemente terreno y situarse en torno a los 77.000 dólares. Este retroceso marca un punto de inflexión en 2025 y revela la fragilidad de los activos digitales frente a un entorno macroeconómico cada vez más incierto.
La caída abrupta no solo borró miles de millones de capitalización, sino que desató una ola de liquidaciones masivas en el mercado cripto, afectando especialmente a los traders apalancados. Más de 700 millones de dólares en posiciones fueron cerradas de manera forzosa, de los cuales 579 millones correspondieron a operaciones en largo, es decir, apuestas optimistas sobre el precio de los activos digitales.
Un mercado que se rinde ante la presión
Las liquidaciones reflejan un fenómeno típico en contextos de volatilidad extrema. Los inversionistas que utilizan apalancamiento —operando con capital prestado para multiplicar sus ganancias— se exponen a pérdidas amplificadas cuando el mercado gira en contra. En esos casos, las plataformas proceden a cerrar automáticamente sus posiciones para evitar mayores pérdidas, desencadenando ventas en cascada que amplifican el desplome de precios.
El interés abierto en futuros de bitcoin, una métrica clave para evaluar el apetito de riesgo en el mercado, ha caído a 34.500 millones de dólares. Aunque representa una leve recuperación desde el mínimo reciente de 33.800 millones, la tendencia general sigue siendo bajista. Los operadores, cautelosos, reducen su exposición en medio de señales mixtas y políticas impredecibles.
La guerra de aranceles: un enemigo inesperado para BTC
Este terremoto financiero no se debe exclusivamente a factores internos del ecosistema cripto. En el centro del huracán se encuentra la escalada arancelaria promovida por el presidente Donald Trump, quien ha impuesto un nuevo paquete de gravámenes sobre casi todas las importaciones estadounidenses.
La decisión ha generado un terremoto en las bolsas globales, impactando no solo a las acciones tecnológicas y materias primas, sino también al universo cripto. El mensaje para los mercados es claro: el clima económico global se enrarece, y los inversionistas buscan protección antes que rentabilidad.
La paradoja es evidente. Aunque Trump ha expresado en repetidas ocasiones su simpatía por las criptomonedas, sus medidas generan exactamente el efecto contrario: propician una fuga hacia activos tradicionales y minan la confianza en activos considerados especulativos, como bitcoin.
La respuesta internacional escala el conflicto
Los efectos de los aranceles no tardaron en recibir respuesta. La Unión Europea planea aplicar contramedidas equivalentes por un valor estimado de 28.000 millones de dólares, dirigidas a productos tan diversos como hilo dental o diamantes.
China, por su parte, no se quedó atrás. El gigante asiático anunció un impuesto del 34% sobre todas las importaciones estadounidenses, al tiempo que suspendió compras a importantes empresas de alimentos y tecnología. Canadá también adoptó medidas similares.
Estas decisiones profundizan la fractura comercial global, en un contexto donde la inflación aún no ha sido domada y el crecimiento económico comienza a mostrar signos de fatiga. El riesgo de una recesión mundial vuelve a estar sobre la mesa, y bitcoin, lejos de servir como refugio automático, se ve arrastrado por la incertidumbre generalizada.
¿Y ahora qué?
El desplome de bitcoin no solo refleja una corrección técnica, sino un síntoma de la creciente tensión entre la política y la economía. El mercado cripto ya no es ajeno a los vaivenes del mundo real, y aunque mantiene su narrativa como reserva de valor, la volatilidad y la incertidumbre lo exponen a turbulencias cada vez más frecuentes.
Mientras tanto, los ojos están puestos en la Reserva Federal y en la política monetaria de Estados Unidos. Un posible giro hacia una postura más flexible podría aliviar la presión sobre los activos de riesgo. Pero si las tensiones comerciales escalan, la narrativa de bitcoin como “oro digital” podría ponerse a prueba de forma definitiva.
En lo inmediato, los analistas recomiendan cautela. La tendencia bajista aún no da señales claras de reversión, y la correlación con otros mercados se ha intensificado. Bitcoin sigue siendo un activo con fundamentos sólidos a largo plazo, pero su comportamiento a corto plazo dependerá más de Washington y Pekín que de la comunidad cripto.