Bitcoin podría consolidarse como el mayor beneficiario de la escalada arancelaria entre Estados Unidos y China. A medida que ambas naciones intensifican su guerra comercial, los inversores buscan desesperadamente alternativas para proteger sus activos ante la volatilidad del sistema financiero tradicional. Y ahí es donde entra el rey de las criptomonedas.
Arthur Hayes, cofundador de BitMEX y figura clave en el universo cripto, advierte que un movimiento decisivo por parte del Banco Popular de China (PBOC) —en forma de devaluación del yuan— podría generar una nueva ola de adopción de Bitcoin, especialmente por parte de capital chino. Según su análisis, hay precedentes sólidos que respaldan esta hipótesis: en 2013 y 2015, eventos similares dispararon la demanda de BTC, ante la necesidad de los inversores de protegerse frente a la depreciación monetaria.
Un escenario conocido, una respuesta anticipada
China ya ha dejado entrever su estrategia: podría permitir una depreciación controlada del yuan para contrarrestar el impacto de los nuevos aranceles estadounidenses. Al abaratar sus exportaciones, lograría mantener la competitividad de su economía. Pero esta medida no está exenta de consecuencias: históricamente, ha generado una fuga de capitales que busca refugio en activos descentralizados, entre ellos, Bitcoin.
Ben Zhou, CEO de Bybit, coincide con Hayes y apunta que este patrón se repite con notable consistencia: “Siempre que el yuan se debilita, el flujo de capital hacia BTC se intensifica. Es una relación directa y predecible”.
Ambos líderes del ecosistema advierten que esta dinámica podría repetirse a gran escala en 2025, especialmente si la crisis arancelaria escala y se prolonga en el tiempo.
Bitcoin como activo neutral en un mundo fragmentado
A diferencia del oro, tradicionalmente considerado un refugio seguro, Bitcoin ofrece ventajas únicas para los inversores modernos: es portable, resistente a la censura y no está ligado a las políticas monetarias de ningún gobierno. En un contexto de creciente desconfianza geopolítica, estas características adquieren un valor incalculable.
Hayes va incluso más allá, sugiriendo que los bancos centrales podrían comenzar a acumular Bitcoin como activo neutral. “Si ni la Reserva Federal ni el PBOC actúan para estabilizar sus economías, el capital encontrará su camino hacia BTC”, escribió en una reciente publicación. Su pronóstico más audaz: un precio de 1 millón de dólares por BTC en el largo plazo, alimentado por una combinación de fuga de capitales, adopción institucional y erosión de la confianza en las monedas fiduciarias.
Guerra comercial: el polvorín que amenaza al sistema financiero
La raíz de este nuevo impulso alcista es política. La reelección de Donald Trump ha traído consigo una agresiva estrategia comercial. El presidente estadounidense impuso un arancel general del 10% a todas las importaciones, y elevó al 34% los impuestos a productos procedentes de China. En respuesta, Beijing anunció aranceles recíprocos que entrarán en vigor el 10 de abril.
El Departamento de Comercio de EE. UU. ya advirtió sobre posibles sanciones adicionales de hasta el 50% si las negociaciones fracasan, mientras que el gobierno chino prometió defender su posición con firmeza.
Este tira y afloja ha generado un nuevo ambiente de tensión global que afecta no solo al comercio de bienes, sino también a los flujos financieros internacionales. Ante este panorama, los activos tradicionales pierden atractivo y Bitcoin se posiciona como una alternativa emergente y confiable.
¿Qué podemos esperar?
Todo indica que el conflicto entre Estados Unidos y China está lejos de resolverse. Con dos economías en pugna, políticas monetarias en jaque, y un dólar cuya hegemonía es cada vez más cuestionada, Bitcoin podría estar ante el inicio de su ciclo más significativo hasta la fecha.
Los movimientos de las próximas semanas serán clave. Si China opta por una devaluación efectiva del yuan y Estados Unidos responde con nuevas sanciones, la demanda de activos descentralizados como BTC podría dispararse. Esto no solo afectaría al precio, sino también al posicionamiento global de las criptomonedas como herramientas legítimas de resguardo financiero.