La renta 2025 en España ha comenzado y, con ella, una etapa de máxima vigilancia para quienes operan con criptomonedas. Desde el 2 de abril y hasta el 30 de junio, los residentes fiscales deberán presentar su declaración del IRPF y, en caso de corresponder, del Impuesto sobre el Patrimonio. Este año, sin embargo, los titulares de bitcoin (BTC) y otros activos digitales enfrentan cambios significativos que los obligan a actuar con precisión quirúrgica si quieren evitar sanciones.
El nuevo marco fiscal no solo contempla las ganancias patrimoniales derivadas de criptomonedas, sino que incorpora referencias específicas —como CR1, CR2 y CR3— que reflejan las operaciones realizadas a través de exchanges con sede en España. Esto supone un control sin precedentes por parte de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT), que ya dispone de información automatizada sobre transacciones cripto provenientes de plataformas locales.
Fiscalidad digital: más visibilidad, menos excusas
Los contribuyentes que hayan operado con activos digitales en 2024 están obligados a declarar las ganancias o pérdidas obtenidas. Esto incluye no solo la compraventa de criptomonedas por euros, sino también el intercambio entre diferentes activos, los pagos en comercios y cualquier operación que implique un cambio de titularidad.
Cada movimiento debe ser valorado en euros al momento de la transacción, lo que implica llevar un registro riguroso de precios de mercado y fechas exactas. Además, quienes tengan más de 700.000 euros en patrimonio neto —incluyendo el valor de sus criptomonedas— deberán presentar también el Modelo 714 del Impuesto sobre el Patrimonio, consolidando su situación económica ante Hacienda.
Nuevas claves CR: lo que Hacienda ya sabe
Desde el inicio de la campaña, los contribuyentes pueden consultar sus datos fiscales y encontrar tres nuevas claves:
CR1: Informa sobre operaciones vinculadas a exchanges a través de cuentas bancarias españolas.
CR2: Reporta los saldos mantenidos en exchanges nacionales al 31 de diciembre.
CR3: Refleja ventas y permutas de criptomonedas registradas en plataformas locales.
Estos datos provienen directamente de las propias plataformas, que están obligadas por ley a colaborar con la AEAT, facilitando información sobre saldos, operaciones y usuarios. Incluso si los activos están en wallets personales o en plataformas extranjeras, cualquier nexo con entidades españolas es suficiente para generar un registro y una obligación fiscal.
Declarar bien o pagar caro
La AEAT no se andará con rodeos. Las sanciones por no declarar adecuadamente pueden comenzar en los 200 euros por faltas leves, pero escalar hasta el 150% de la deuda tributaria en casos de fraude, más intereses de demora. Esto convierte a la fiscalidad cripto en un terreno resbaladizo donde el error puede costar muy caro.
Las plataformas españolas ya están entregando reportes detallados a Hacienda. Por eso, intentar eludir la declaración mediante omisión o despiste no es una estrategia viable. La única vía segura es la transparencia total.
¿Cómo declarar correctamente?
El proceso exige organización. Los usuarios deben presentar el Modelo 100 del IRPF, detallando cada operación con fechas, valor en euros y ganancia o pérdida patrimonial. En paralelo, quienes superen el umbral del patrimonio, deben completar el Modelo 714, donde se consolidan los saldos de cada criptomoneda al cierre del ejercicio.
La recomendación general es utilizar calculadoras fiscales especializadas o buscar asesoramiento profesional. Aunque Hacienda ofrece una primera base de datos fiscales, no siempre estos datos están completos o actualizados, por lo que es fundamental cotejar y corregir cualquier discrepancia.
Un sistema fiscal alineado con Europa
Este nuevo nivel de exigencia responde al objetivo de España de alinearse con las normativas europeas sobre transparencia fiscal. Las medidas buscan integrar por completo el universo cripto al sistema tributario, eliminando cualquier laguna legal que permita la evasión.
La renta 2025 marca, así, un punto de inflexión: los criptoactivos ya no son una excepción dentro del sistema, sino una parte integral de la base imponible del contribuyente.
Conclusión: el tiempo apremia
Con el reloj corriendo hacia el 30 de junio, los contribuyentes tienen poco margen para improvisar. La renta 2025 no deja espacio para descuidos, y mucho menos para omisiones deliberadas. Los usuarios de bitcoin, ethereum y otras criptomonedas deben asumir que ahora juegan bajo reglas claras, y que Hacienda observa de cerca.
La precisión, el orden documental y el cumplimiento son las claves para evitar dolores de cabeza en un año en el que los activos digitales estarán bajo la lupa más que nunca.